Me da pena, y empiezo a pensar, cuando estoy en clase y escucho a mis profesores hablar, y hablar tan bien, derrochando saber por todos lados. Me dan mucha envidia.
Nosotros cuando acabemos la carrera prácticamente sabremos
cuatro cosas mal sabidas, un poco de aquí, un poco de allá, solo nos servirá
para tener un título en Filosofía, pero ese título no quiere decir que sepas.
Sabremos, más que cuando entramos el primer año, eso está claro, pero con el
paso de los años, fuera de la universidad y leyendo por nuestra cuenta es
cuando más aprenderemos. Leyendo todas esas grandes bibliografías que ahora nos
pasan para tenerlas para un futuro. Según nuestros profesores aún somos muy
jóvenes y es imposible que sepamos tanto de Filosofía como ellos. Seguiremos
sus consejos: ‘’Sacaros el título y luego ya tendréis tiempo de aprender
Filosofía’’, un consejo que duele, pero es la realidad.
Pero lo que más pena me da es que el conocimiento vaya a
menos, cuando los estudiantes de ‘’ahora’’ lleguen a ser profesores (quién
llegue) está claro que sabrán pero no sabrán tanto como nuestros profesores de
ahora. Ellos han tenido otra clase de educación que nosotros por desgracia no
hemos tenido, así que poder disfrutar de los profesores que tenemos ahora es un
tesoro que los de generaciones futuras no podrán disfrutar. Así que aprovechar
al máximo a esos sabios profesores que se formaron hace 40 años cuando la educación
no es lo que era, ¿tomar apuntes al pie de la letra? ¿Grabar las clases aunque
sea ilegal? No lo sé. Lo único que sé es que hay clases magistrales y no quiero
que esas palabras queden en el olvido. Disfrutar de esos profesores
irrepetibles por favor. Y cuando los más afortunados deis clases en un futuro,
acordaros de ellos.
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