¿Todos los libros por el hecho de ser libros dan para pensar
en mayor o menor grado? ¿Tienen algo en común con las películas ya que no todas
son filosóficas pero todas dan que pensar? ¿O será que la filosofía está en
todos los lugares? Esta entrada es una colaboración de Mariela, participe de la
pagina
Dos Cosmopolitan, por favor
El “Love is
in the air” de Kundera
El curso empezó bien. Eso sí, las batallas en la biblioteca muchas
veces son difíciles de ganar. Una tarde, exhausta, el famoso escritor checo
insistió en acompañarme a casa. Me hice un poco la remolona, intentando parecer
una chica exigente, aunque finalmente tuve que ceder. Es un tío bastante
interesante, escritor de una de mis novelas favoritas, aquella “Insoportable
levedad del ser”. Además, con él a mi novio no le importa hacer tríos, así que,
cuando llegamos al piso, lo invité a subir.
Burla, burlando, y pese a que no dispongo de
mucho tiempo, hemos pasado dos semanas maravillosas. Y es que el flirteo, el
sexo y el amor, aparte de sorprendernos en los momentos más insospechados, dan
un cómico y divino sentido a nuestras desventuras.
“El libro de los amores ridículos” fue
escrito entre 1959 y 1968, un momento muy feliz para Kundera y que se palpa en
la lectura. En él da forma a múltiples historias mediante una prosa certera y
liviana, asequible a cualquier lector y propia para esta época del año en la
que la mayoría no queremos sobrecalentarnos las meninges.
Como sabéis, no todos los amores son
transcendentes, ni mucho menos eternos. Algunos simplemente se convierten en anécdotas
que, aunque no queramos, influyen en nuestra manera de ser, de pensar, y que
nos sirven para ir adquiriendo esa experiencia (casi cínica) de la que hacemos
alarde cuando empiezan a blanquear nuestras cabezas. Anécdotas que se recuerdan
o se olvidan, que lamentamos, que justificamos, que nos vanaglorian o
desprestigian y, por supuesto, que nos hacen humanos. Curiosamente estos son
los amores más comunes y a los que menos se les escribe. Hoy recuerdo una
película -malísima comedia romántica, pero divertida- titulada “Dime con
cuantos” o “What’s your number?”, en la que la protagonista volvía a contactar
con todos sus ex – amantes. Este libro nos trae un paseo similar sobre
historias que no se cuentan en las biografías (al menos en las autorizadas), pero
que son tan naturales como la vida misma.
Un doctor de mediana edad, apodado “El
coleccionista”, con el atractivo ya de capa caída y casado con una bella y
joven actriz un tanto inestable, se empeña en seguir en el mercado. Esa
necesidad apremiante de reafirmarse en otras mujeres, cuando ella es la única
imprescindible, nos acerca al lado más canalla del hombre
¿Por qué si ya hay alguien a nuestro lado que nos alaba y que admiramos,
necesitamos de la aprobación de otros? ¿No sería suficiente para mantener en
alto nuestra autoestima, mientras dure el amor, la atracción provocada a
nuestro compañero? ¿Esto es extrapolable a todos o sólo a aquellos que viven la
superficialidad del sexo? ¿Por qué los demás también nos valoran dependiendo de
a quien tengamos al lado y no por nosotros mismos?
Klara,
una hermosa costurera con aspiraciones a modelo, es acosada por una basta mujer
a consecuencia de las mentiras chocarreras de su amante. En este relato
divertidísimo disfrutaremos de una serie de desdichas, cómicas como pocas, que
nos harán reflexionar sobre las consecuencias de la evasión de lo correcto.
Mientras tanto, una pareja de enamorados que
se encuentra de vacaciones decide cambiar sus papeles, papeles que los hacen
enfrentarse con el auténtico ser del otro y con la esencia de su propia
relación. Esta experiencia se me presenta irresistiblemente fascinante… ¿Somos
como somos, o somos distintos dependiendo de con quien compartamos nuestra
vida? Si esto es así, ¿cabría la posibilidad de que al estar con alguien
creemos y creen seres únicos cuya existencia solo comprendería el lapso de la
relación?
Es curioso, muy curioso, que alguien que no
consideraba sus obras como filosóficas pueda escribir historias que susciten
tantas y tantas preguntas. Para mí es de alabar que un escritor, aparte de
tener una prosa y unos argumentos que inciten a la lectura, sea capaz de hacer
pensar a sus seguidores. Yo podría seguir aquí horas, preguntándoos y
hablándoos del cuerpo desnudo de la poco agraciada enfermera Alzbeta que excitó
a sus compañeros, pese a estar casi muerto; o de como una viuda se topa con un
amor de juventud, bastante más joven que ella, y combate en su interior entre
dejarse llevar o enterrarse en su vejez… Pero no, dejaré que seáis vosotros quienes
lo leáis y os preguntéis; quienes investiguéis sobre el amor, el sexo, su
esencia y su verdad. Como dice Simpulso en uno de sus relatos, “Aristóteles ha muerto, y su
discípulo Platón ha
muerto. Leonardo ha
muerto, y con él ese concepto tan manido del “hombre del
Renacimiento”– Entonces, ¿quién vive? – La duda, amigo mío.
Esa hija puta nunca muere”. Y nunca morirá, ella se encarna en las
preguntas. Preguntas que este libro puede sugeriros.
En síntesis, esta novela no es, ni más ni
menos, que una declaración de amor a la juventud de espíritu, a la amistad y a
la fugacidad del momento. En él no encontraréis finales felices, encontraréis
finales a secas, porque no es un libro del que elogiaréis (u odiaréis) al protagonista. Es una ventana a los defectos,
a su repugnancia y a su belleza, a su odio y a su deseo, a su casualidad… y,
sobre todo, a su verdad.
Amar es vivir. Así que, por hoy o por
siempre, amad.
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Benjamin Lacobe |
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