miércoles, 5 de noviembre de 2014

Libros no filosóficos pero que dan para pensar

¿Todos los libros por el hecho de ser libros dan para pensar en mayor o menor grado? ¿Tienen algo en común con las películas ya que no todas son filosóficas pero todas dan que pensar? ¿O será que la filosofía está en todos los lugares? Esta entrada es una colaboración de Mariela, participe de la pagina Dos Cosmopolitan, por favor

El “Love is in the air” de Kundera

 El curso empezó bien. Eso sí, las batallas en la biblioteca muchas veces son difíciles de ganar. Una tarde, exhausta, el famoso escritor checo insistió en acompañarme a casa. Me hice un poco la remolona, intentando parecer una chica exigente, aunque finalmente tuve que ceder. Es un tío bastante interesante, escritor de una de mis novelas favoritas, aquella “Insoportable levedad del ser”. Además, con él a mi novio no le importa hacer tríos, así que, cuando llegamos al piso, lo invité a subir.
   Burla, burlando, y pese a que no dispongo de mucho tiempo, hemos pasado dos semanas maravillosas. Y es que el flirteo, el sexo y el amor, aparte de sorprendernos en los momentos más insospechados, dan un cómico y divino sentido a nuestras desventuras.
   “El libro de los amores ridículos” fue escrito entre 1959 y 1968, un momento muy feliz para Kundera y que se palpa en la lectura. En él da forma a múltiples historias mediante una prosa certera y liviana, asequible a cualquier lector y propia para esta época del año en la que la mayoría no queremos sobrecalentarnos las meninges.

   Como sabéis, no todos los amores son transcendentes, ni mucho menos eternos. Algunos simplemente se convierten en anécdotas que, aunque no queramos, influyen en nuestra manera de ser, de pensar, y que nos sirven para ir adquiriendo esa experiencia (casi cínica) de la que hacemos alarde cuando empiezan a blanquear nuestras cabezas. Anécdotas que se recuerdan o se olvidan, que lamentamos, que justificamos, que nos vanaglorian o desprestigian y, por supuesto, que nos hacen humanos. Curiosamente estos son los amores más comunes y a los que menos se les escribe. Hoy recuerdo una película -malísima comedia romántica, pero divertida- titulada “Dime con cuantos” o “What’s your number?”, en la que la protagonista volvía a contactar con todos sus ex – amantes. Este libro nos trae un paseo similar sobre historias que no se cuentan en las biografías (al menos en las autorizadas), pero que son tan naturales como la vida misma.

   Un doctor de mediana edad, apodado “El coleccionista”, con el atractivo ya de capa caída y casado con una bella y joven actriz un tanto inestable, se empeña en seguir en el mercado. Esa necesidad apremiante de reafirmarse en otras mujeres, cuando ella es la única imprescindible, nos acerca al lado  más canalla del hombre ¿Por qué si ya hay alguien a nuestro lado que nos alaba y que admiramos, necesitamos de la aprobación de otros? ¿No sería suficiente para mantener en alto nuestra autoestima, mientras dure el amor, la atracción provocada a nuestro compañero? ¿Esto es extrapolable a todos o sólo a aquellos que viven la superficialidad del sexo? ¿Por qué los demás también nos valoran dependiendo de a quien tengamos al lado y no por nosotros mismos?

   Klara, una hermosa costurera con aspiraciones a modelo, es acosada por una basta mujer a consecuencia de las mentiras chocarreras de su amante. En este relato divertidísimo disfrutaremos de una serie de desdichas, cómicas como pocas, que nos harán reflexionar sobre las consecuencias de la evasión de lo correcto.
   Mientras tanto, una pareja de enamorados que se encuentra de vacaciones decide cambiar sus papeles, papeles que los hacen enfrentarse con el auténtico ser del otro y con la esencia de su propia relación. Esta experiencia se me presenta irresistiblemente fascinante… ¿Somos como somos, o somos distintos dependiendo de con quien compartamos nuestra vida? Si esto es así, ¿cabría la posibilidad de que al estar con alguien creemos y creen seres únicos cuya existencia solo comprendería el lapso de la relación?

   Es curioso, muy curioso, que alguien que no consideraba sus obras como filosóficas pueda escribir historias que susciten tantas y tantas preguntas. Para mí es de alabar que un escritor, aparte de tener una prosa y unos argumentos que inciten a la lectura, sea capaz de hacer pensar a sus seguidores. Yo podría seguir aquí horas, preguntándoos y hablándoos del cuerpo desnudo de la poco agraciada enfermera Alzbeta que excitó a sus compañeros, pese a estar casi muerto; o de como una viuda se topa con un amor de juventud, bastante más joven que ella, y combate en su interior entre dejarse llevar o enterrarse en su vejez… Pero no, dejaré que seáis vosotros quienes lo leáis y os preguntéis; quienes investiguéis sobre el amor, el sexo, su esencia y su verdad. Como dice Simpulso en uno de sus relatos, “Aristóteles ha muerto, y su discípulo Platón ha muerto. Leonardo ha muerto, y con él ese concepto tan manido del “hombre del Renacimiento”– Entonces, ¿quién vive? – La duda, amigo mío. Esa hija puta nunca muere”. Y nunca morirá, ella se encarna en las preguntas. Preguntas que este libro puede sugeriros.

   En síntesis, esta novela no es, ni más ni menos, que una declaración de amor a la juventud de espíritu, a la amistad y a la fugacidad del momento. En él no encontraréis finales felices, encontraréis finales a secas, porque no es un libro del que elogiaréis (u odiaréis)  al protagonista. Es una ventana a los defectos, a su repugnancia y a su belleza, a su odio y a su deseo, a su casualidad… y, sobre todo, a su verdad.
   Amar es vivir. Así que, por hoy o por siempre, amad. 

Benjamin Lacobe
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