Las hijas de
Zeus, las nueve musas, habían sido al principio las responsables de la inspiración
de los poetas épicos; después lo fueron de todos los poetas y de los músicos, y
finalmente de todos los hombres de letras, incluidos filósofos y científicos.
La palabra museo se aplicó a una construcción, en general
pequeña, dedicada al culto de las musas, como homenaje y recuerdo de una
persona fallecida, especialmente de un poeta. También, como derivación, a un
lugar donde florecía una actividad poética, musical o sencillamente
intelectual, y de ahí que Platón en la Academia y Aristóteles, después, en el
Liceo, se preocuparan de consagrar unos bosquecillos al culoto de las musas y
de que incluso llegaran a construir un altar o pequeño templo a ellas dedicado,
el museo
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