NIETZSCHE CONTRA WAGNER, PARTE I
¡Hola! Me llamo Alex, y esta es mi
primera colaboración con PrincipioUltimo. En esta entrada comentaré la relación
de Friedrich Nietzsche con Richard Wagner. ¡Espero que os guste!
Os preguntaréis, ¿qué demonios
pasó entre Nietzsche y Wagner? Algunos sabréis lo general, el tema del
antisemitismo y el nacionalismo en el compositor, etc., pero lo que no es tan
frecuente es aportar la perspectiva que nuestro Friedrich tenía tanto de la
relación como de la ruptura que hubo entre ellos. Para eso hay que saber,
primero que nada, quién o qué era Wagner para Nietzsche desde un principio. Si
queréis enteraros del asunto con atisbos de profundidad pero sin extendernos en
absoluto, ¡seguid leyendo!
“Ninguna nube cruzó nunca nuestro
cielo”, así describe Nietzsche en “Ecce
homo” la relación con Wagner. Sin duda, como dice en este mismo libro, la
relación con el compositor fue la relación más aristocrática que jamás tuvo con
otro ser humano.
Para nuestro Friedrich, Wagner
era un maestro. Le conoció en 1868 cuando él tenía 24 años, y el compositor la
friolera de 55, y empezó a ser un asiduo invitado a la casa del matrimonio
Wagner. Desde un principio Nietzsche, fascinado por las obras del “maestro”,
vio en él algo que dejó claro en “El
origen de la tragedia”, su primer “libro”,--¡dedicado al compositor en el
prólogo!—: el retorno de la cultura griega al ideal del arte, la perspectiva
dionisíaca de la actividad musical, la tragedia destilada en acordes y un
pesimismo fundamentado en la perspectiva de la vida de Arthur Schopenhauer,
autor que encantó y conmocionó a Nietzsche en su juventud. Viéndolo todo de
esta forma, Nietzsche vio en Wagner la realización de su sueño. Ahora bien,
¿cómo se truncó todo tras 10 años de relación? En la siguiente entrega, ¡¡el
desenlace!!
NIETZSCHE CONTRA WAGNER. PARTE II:
¡Hola! Soy Alex de nuevo. Hoy vamos
a seguir con la mini-saga “Nietzsche contra Wagner”. Nos quedamos en el
Nietzsche adorador de la figura del compositor, en una afinidad entre ellos
desde personal hasta filosófica, pasando por la musical. Eran dos espíritus
afines, al fin y al cabo. Les unía Schopenhauer en filosofía, una personalidad
explosiva y un carácter alegre y de señorío en lo psicológico, un amor profundo
por la música en lo espiritual. Sin embargo, los roces aparecieron unos cuantos
años después de haber conocido al compositor, tras muchas visitas a su casa,
regalos y algunas que otras idiosincrasias. Era una relación afable y completa,
pero la profundidad de Nietzsche era legendaria, y con el tiempo el ex filólogo
veinteañero empezó a pensar a niveles cada vez más superiores.
“Richard Wagner en Bayreuth”, una de las “Consideraciones intempestivas” de Nietzsche, publicado en 1876, tiene
al paladar una ferocidad creciente en la crítica a Wagner como alguien que sólo
interpreta y explica el pasado en un entorno de música pervertida por una
decadencia alemana. Aquí se ve claramente su cambio de postura para con el
compositor: ya no es para él un sueño para un nuevo futuro, sino un
irremediable decadente del pasado, aunque, eso sí, un seductor del oído
germano.
Por otra parte, la enfermedad que
Nietzsche tenía fue un acuciante principal para este porceso: mientras su
cuerpo cada vez reaccionaba peor, le sobrevino una crisis personal profunda que
le hizo empezar a replantearse todo en que se había fundamentado. Schopenhauer,
ese gran pesimista, ya no era una opción. Y Wagner, un creciente antisemita y
nacionalista que amaba a Schopenhauer y que escribía obras cada vez con tono
más religioso. No, todo conducía a un punto que Nietzsche ya no podía soportar,
tanto con su cuerpo como con su mente.
Nietzsche avanzaba cada vez más
en la redacción de “Humano, demasiado
humano”, que publica en 1878, y termina así su largo camino en contacto con
la filosofía de Schopenhauer, rebasándole no sólo a él sino al cientifismo,
encontrando un nuevo sentido a la vida, con una fundamentación dinámica de la
naturaleza. Para Wagner, afinidad filosófica con Nietzsche había terminado. Y
en esto se basaba en buena parte la relación que iniciaron. El toque final
fueron los festivales de Bayreuth, para Nietzsche artificiales e insoportables,
orgánica y psíquicamente.
Más tarde, y mucho después de la
muerte del compositor, Nietzsche compuso en su último año de cordura “El caso Wagner: un caso para amantes de la
música” y “Nietzsche contra Wagner”.
El primero destila toda la visión personal de Nietzsche sobre Wagner, y, como
decía el propio autor, si conocéis la música de forma profunda, el problema
“Wagner” es algo que os afecta de verdad. Describe la caída de la música
moderna desde Mozart y Beethoven hasta los días de la vida de Nietzsche, y hace
alguna que otra profecía como “la muerte de la melodía” o “el insultar al
público con estridencias” de una forma tan parecida a lo que es el rock puro
actual que es realmente inquietante. En todo caso, es un libro altamente
recomendable en el que desmigaja el ideal que quería ser Wagner para las
generaciones idealistas alemanas del horizonte, los jóvenes del porvenir, en
contraposición con la imagen nietzscheana del hombre decadente que extiende su
enfermedad allá por donde pasa. Sin duda, ambos fueron dos personalidades
explosivas que aún hoy dan, ambos y cada uno en su ámbito, muchísimo de qué
hablar.
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