viernes, 25 de septiembre de 2015

Colaboración: Una teoría sobre el origen de la moral

Hoy cuento con la colaboración de un compañero de clase, Josep Francesc Gómez Rincón, y es que hay mucho talento por ahí suelto... espero que os guste. (Ya sabéis que si queréis colaborar en el apartado ''Colaboraciones'' os cuento como hacerlo).

A lo largo del tiempo las más brillantes mentes de Occidente han intentado encontrar el fundamento de nuestros sentimientos morales y lo han buscado en cientos de lugares, desde la razón individual, hasta los sentimientos de cada uno. Pensemos si no en el imperativo categórico de Kant o en la magna obra de Aristóteles ¿qué son si no modos de intentar fundamentar nuestros puntos de vista éticos? Este interés va más allá de la mera especulación filosófica ya que la moral es clave en nuestra sociedad. Podemos decir que ciertos puntos de vista sobre lo que es bueno y justo son el fundamento de nuestro mundo. Por esto último es por lo que, según creo, esas grandes mentes del pasado, y también del presente, se han esforzado por desentrañar el origen de la moral; entenderlo es entender al hombre y ¿no es ese el objetivo de toda ciencia?
  El hombre es, según la definición clásica, un animal social, lo cual implica que realiza completamente su naturaleza conviviendo con los demás, por ello según Aristóteles tenemos el don de la palabra. Vivimos en sociedad y esto nos permite realizarnos, en esto coinciden los más diversos pensadores, desde Platón hasta Hobbes, desde Rawls hasta Hayek. Los imperativos morales son lo que nos permite esta convivencia, por tanto, la moral y sus preceptos son lo que nos permite, en última instancia, nuestra realización como seres humanos. De esta última apreciación se sigue que, intentar separar política de moral es un absurdo; la política es el arte de hacer convivir a diferentes gentes y dado que sin moral no puede haber convivencia, la política, entendida como la estamos entendiendo aquí, es imposible sin la moral. Dado todo esto, es fácil comprender la importancia de conocer el origen de esta cosa que nos permite seguir viviendo juntos, máxime en nuestro mundo moderno, donde las sociedades humanas cada vez son más grandes y en su seno se arremolinan personas de todo signo, raza y condición. Debemos, por tanto, entender, y en ello nos va la vida, el origen de nuestras creencias morales.

I
Antes de nada debemos aclarar algunos conceptos. Vivimos en una jungla de palabras y en ella, como en toda jungla, es fácil perderse, si queremos avanzar por la floresta es preciso que nos orientemos entre la diversa flora que puebla nuestro bosque de conceptos. Diferenciemos algunas cosas. En primer lugar ¿Qué es eso a lo que llamamos “moral”? el termino “moral” proviene del griego antiguo y se relaciona con otra palabra interesante, “morada” piénsese en el parecido de ambos términos. Tan similares son que “moral” deriva de “morada” de “hogar”, de “casa”. La moral es aquella cosa que se practica en casa, son los valores que nos enseñan nuestros padres y que nos permiten vivir en sociedad. Otro termino relacionado es el de “ética”, la ética es una ocupación, quien se dedica a la “ética” es el que estudia la moral, tenemos como ejemplo la Ética a Nicómaco obra de Aristóteles en que el filosofo griego explica a su hijo que es lo que él entiende por moral, una moral como búsqueda de la felicidad, cuya realización depende de encontrar el punto medio entre el exceso y el defecto. Encontrar la virtud, es para Aristóteles, la felicidad y esta solo se puede hallar comportándose moralmente, es decir, haciendo lo que su padre le enseña en ese tratado.
  Tenemos ya dos significados importantes, el de moral, entendido como aquellas prácticas realizadas en casa y que nos permiten realizar juicios sobre el bien y el mal, dado que algo es bueno o malo moralmente en función de aquello que se nos ha enseñado en nuestra casa y por otro lado, tenemos el significado de “ética”, aquella ciencia que se ocupa de desentrañar los entresijos de la moral. Una virtud es algo que es bueno desde el punto de vista moral y de todo esto se sigue que una cosa inmoral es algo que esta mal desde ese punto de vista, algo que de hacerse repugnaría la educación que se nos ha dado en el hogar. También inferimos la imposibilidad de ser amoral, no se puede no ser “moral”, uno se puede comportar de forma contraria a la moral, pero nunca de forma neutra con respecto al bien y al mal, no existe la acción amoral, pues nuestras acciones siempre repercuten en el resto de personas, provocando un bien, en cuyo caso hablamos de comportamiento moral correcto, o causándoles un mal, en cuyo caso hablamos de un comportamiento incorrecto.
  La pregunta que surge ahora, una vez nos hemos orientado en la selva, es la que pretendemos responder aquí, ¿quien dicta lo que esta bien o mal?

II
La pregunta que tratamos de responder no es nada fácil, pero en esta tarea puede ayudarnos la historia de la filosofía. No retrocedamos mucho, viajemos hasta el siglo XIX y encontrémonos con Nietzsche. La intención del genio alemán era la de subvertir los valores tradicionales que impedían la realización del “superhombre”. Este nuevo humano debería ser capaz de obviar la “moral de los resentidos”, una moral de reacción, el superhombre es un creador y sus preceptos morales, son los imperativos del creador, por oposición, la moral contra la que lucha, aquella que subvierte, es fruto de una tradición antigua, que mezcla platonismo, con bastante de Aristóteles, con cristianismo, es una moral de esclavos que lo que pretende es mantener a los sobresalientes por debajo de la masa. La moral tradicional es en Nietzsche un freno para la excelencia de algunos sujetos, un modo de mantener unido el rebaño. Por otra parte, avanzando un poco más en el siglo XIX, nos encontramos con otro teórico importante, Karl Marx.

 Marx es el padre de una importante escuela de pensamiento, el marxismo, de donde dimana el socialismo científico, “invento” de Marx y Engels. La intención de Marx en su teoría es, como la de Nietzsche, liberatoria, ambos en efecto pretenden liberar al hombre de algo. Nietzsche al individuo de la servidumbre a la masa; Marx, por su lado, es más ambicioso. La propuesta del teórico socialista es la de la liberación del proletariado de la servidumbre debida al capital económico y la clase que lo ostenta. En la filosofía marxista la clase obrera, el proletariado, esta sometida, como los esclavos en la antigüedad, no solo por la fuerza física, que constituye un impedimento físico, sino que también encuentra cadenas en el fuero interno de cada proletario. La clase dominante, en este caso la burguesía industrial, crea toda una serie de “normas” que justifican su posición y perpetúan su dominio, estas instituciones son lo que recibe el nombre de “superestructura”, constituida por la economía, la religión y también la moral tradicional. Vemos pues que de nuevo, en Marx, la moral que estudiamos, es un mecanismo para mantener cierto orden de cosas, como en Nietzsche, la moral, sustenta un determinado tipo de sociedad. Esto ultimo es lo que hemos dicho en apartados anteriores y se puede resumir en pocas palabras; la moral mantiene una sociedad, por ello los críticos de las diferentes sociedades atacan la moral que dimana de la sociedad en la que viven y quieren mejorar, al entender que es imperfecta. Lo mismo hacía Descartes al atacar los prejuicios e invitarnos a la duda, ponía entre paréntesis todo, incluso la moral, que debería ser demostrada.
  ¿Qué tiene que ver todo esto con nuestro propósito? Nos estamos acercando a un punto clave. Hemos visto para que sirve la moral; mantiene una sociedad determinada, sabido esto responder a la pregunta inicial parece sencillo; el origen de nuestros preceptos morales es social, viene determinado por la sociedad en que vivimos. Naturalmente esto no es nada nuevo, pensadores como Hume o Burke ya lo dijeron antes que yo. Incluso podemos rastrear estas ideas en los teóricos contractualistas; el contrato se establece con las miras en una sociedad y su mantenimiento requiere de ciertos principios morales comúnmente aceptados, el contrato impide la guerra del todos contra todos y da nacimiento a la moral, con ella a la sociedad. La diferencia entre lo que aquí defendemos y nuestros predecesores, es de enfoque; ellos pretendían justificar la moral desde la sociedad, nosotros buscamos el origen del bien y el mal, cosa que nos permite explicar la sociedad.
  Hemos llegado a despejar nuestra incógnita, la moral tiene un origen social. ¿Cómo es esto posible? ¿Se estableció un contrato en tiempos primigenios? No. Nunca ha existido algo así como el estado de naturaleza[1]. El hombre es un animal social, siempre ha vivido en comunidad, como los simios en los árboles o los lobos en la estepa, el hombre no es inteligible sin el grupo. Encontramos que a diferencia de los animales, incluso a diferencia de nuestros parientes vivos más cercanos, los grandes simios, el hombre se ha extendido por todo el globo terráqueo, poblando todo el mundo y todo tipo de clima i hábitat, el instinto que rige la vida de los animales no sirve al hombre. Los monos, como todo animal gregario, mantiene la unidad del grupo o del rebaño por instinto, este no sirve al hombre, pues el instinto responde a condicionamientos biológicos, frutos de la adaptación evolutiva al medio en el que viven; el hombre habita todos los medios terrestres posibles, incluso la helada tundra siberiana, o las polvorientas dunas del desierto. La colonización del mundo por el hombre fue tan rápida, en términos relativos a los estándares biológicos, que es imposible hablar de instintos en la humanidad, no dio tiempo a evolucionar tan rápido. De esta diferencia entre el animal y el humano podemos aventurar una conclusión valiente, la moral es una respuesta al medio.
  El hombre primitivo que llegaba a un paraje totalmente nuevo, pongamos desde África hasta las vírgenes planicies de Europa, no contaba con el instinto para enfrentar este nuevo medio, medio que planteaba dificultades diferentes a las sabanas del Rift. No tuvo tiempo de evolucionar, como ya hemos dicho, el homo sapiens debía encontrar otro recurso. Los usos sociales[2]. El uso social remonta su existencia hasta esta primitiva circunstancia, es un modo de dar respuesta a los nuevos problemas del medio, es evolución, pero no biológica, sino cultural. En nuestra situación imaginaria, un nuevo uso podría ser el utilizar vestimentas más abrigadas con las que hacer frente al nuevo clima europeo, más frío que el del continente africano. La moral es un uso social. Nace del mismo modo que la vestimenta y cumple una función similar, mantener con vida al individuo, y como un grupo no es más que un conjunto de particulares, la supervivencia de gran parte de individuos mantiene vivo al rebaño. La moral como uso, es una adaptación al medio, por ello lo que esta bien o mal tiene que ver con la supervivencia de un grupo determinado. Lo que esta bien o mal se aprende de aquellos que nos rodean, por ello se dice que la cría de un niño es un asunto del común de la sociedad, porque se le debe inculcar la moral común, de lo contrario la supervivencia del conjunto se puede ver comprometida; ¿Qué ocurriría si el nuevo individuo abandona a sus congéneres en una situación de peligro? Tal circunstancia supondría la desaparición del grupo. Si estamos en lo cierto, es sencillo entender las reticencias de algunos pensadores a aceptar las normas de una sociedad determinada.  La moral y sus códigos tiene un origen social y su objetivo es hacer pervivir a la sociedad, por ello su origen etimológico; como el hogar, la moral, ofrece un refugio contra el peligro. No hay moral sin sociedad humana, como tampoco hay sociedad humana sin moral, ambas son indisolubles, como una es fruto de la otra y la otra mantiene a la una, nunca se encontrará grupo humano que no tenga moral, por ello decíamos es imposible ser amoral.
  Hablábamos más arriba sobre las opiniones de Nietzsche y Marx, ambos recelaban de la moral tradicional de su tiempo al entender que era un freno para el desarrollo de la humanidad. Si la moral viene de la sociedad y es fruto de la evolución de esta, si se quiere cambiar la sociedad, se debe cambiar la moral que la mantiene, por ello Nietzsche y Marx atacan la moral de su tiempo pretendiendo substituirla por otra; el origen de la moral está en aquello que Descartes llamaba prejuicio. Los ilustrados pretendieron mejorar las costumbres de su tiempo y para ello debían renunciar a los prejuicios, como Nietzsche y Marx atacaron los fundamentos morales de su tiempo, la religión en este caso. Los miembros de la Ilustración pretendían hacer avanzar a la humanidad y refinar sus costumbres mediante la educación, entendieron el mecanismo, para que la libertad, la igualdad y la fraternidad triunfaran, era necesario tiempo y educar a las nuevas generaciones en los nuevos valores, poco a poco, los nuevos preceptos se abrirían paso hasta su instalación definitiva. Los Ilustrados creían, frente a lo que se sostenía hasta el momento, en una historia lineal que avanzaba, por ello era posible el progreso; despacito y con buena letra, solo así sería posible la utopía. El abandono de la paciencia y la aceleración revolucionaria hicieron fracasar la Ilustración y sus pretensiones, Ilustración y Revolución son términos contradictorios, dado que el objetivo de la Ilustración no se podía alcanzar por la vía revolucionaria necesitaba de la paciencia del educador dada la naturaleza de la moral[3]. Sí la moral es fruto de la evolución social no es posible hacer borrón y cuenta nueva con el pasado, de lo contrario se caería en la anarquía, los cambios morales se prolongan a lo largo del tiempo, un tiempo quizás infinito, los Ilustrados buscaban establecer un ideal e ir acercándonos a él poco a poco, aunque nunca se alcanzaría, el camino nos haría ser cada vez mejores. Eliminar las desigualdades, la servidumbre y las guerras son imposibles, pero podemos minimizar la fuerza de Thanatos. Todo esto nos lleva a volver a concluir que el origen de la moral está en la sociedad y es evolutivo, una respuesta al medio tanto ambiente como social, por ello toda mejora social requiere de una mejora moral y esta necesita de mucho tiempo para que los nuevos ideales se abran camino y se consoliden.


III
Que nuestros códigos morales tengan un origen social implica toda una serie de consecuencias, la primera es que no se puede aprender que es el bien o el mal sino es por el contacto con el resto de la comunidad, por ello un niño o una niña que creciera solo en el bosque como un Tarzán, nunca podría introducirse con éxito en una comunidad ya establecida, como la Inglaterra victoriana, pues le faltarían los recursos para moverse en ella, le faltaría aquello que llamamos “tacto”, por tanto el resto huiría de él, pues se comportaría como un bárbaro.
  Otra consecuencia de todo esto es que la moral tiende a ser conservadora, reticente a los cambios. Este punto es complejo e implica entender bien que se quiere decir con ser conservador; ser conservador, es, como ya he dicho, mostrar reticencia a los cambios bruscos, a las revoluciones. Las revoluciones son incomodas a la moral, por ello, por muy “justas” que sean las exigencias de los revolucionarios siempre encuentran a un grupo opuesto. Tradicionalmente esto se explica por el temor de los conservadores a perder sus privilegios, pero no todos buscan eso, Burke se mostraba reticente a la Revolución Francesa, no por motivos económicos, sino morales, al conservador inglés le preocupaba la disolución de la sociedad si la Revolución triunfaba, al igual que a Herder le angustiaba la perdida de valores que la Ilustración para él abanderaba. Que la moral sea conservadora no implica que sea inmovilista, la moral cambia con el tiempo porque las sociedades cambian. A lo largo de la historia nuestros conceptos de bien o mal han ido evolucionando, piénsese por ejemplo en el sacrificio humano; muchas culturas anteriores a la nuestra han practicado el sacrificio ritual de seres humanos, hoy nos repugna, pero para aquellas culturas hacerlo era un imperativo moral. Si la moral es fruto de la sociedad y tiene como objetivo el mantenimiento de esta, es normal que si la sociedad cambia, la moral cambie y eso ha pasado centenares de veces a lo largo de la historia. La adopción del cristianismo por el occidente romano fue uno de esos cambios culturales que implicó un cambio moral; virtudes cristianas, como la piedad, pasaron a ser virtudes comunes entre el conjunto de la población. La moral cambia, pero cambia despacio, las revoluciones son posibles, si, pero no son habituales, la mayoría de pretensiones revolucionarias fracasarán, aunque conforme los tiempos cambien, las pretensiones de los revolucionarios irán adoptándose por el conjunto de la sociedad, si realmente son deseables.
  Por otro lado no debemos llamarnos a engaño, esta concepción que aquí hemos expuesto no implica que se avance siempre hacia un futuro mejor. Hemos hablado de la evolución cultural como origen de nuestra moral pero esto no quiere decir que inexorablemente, en el futuro, seamos mejores personas. Los cambios sociales que determinan la moral de un periodo histórico concreto no responden únicamente a ningún ideal de vida mejor, tienen en ellos tanto azar como consciencia, aquí vemos un error de los Ilustrados, no todo cambio es siempre a mejor, veámoslo con un ejemplo; imaginemos que mañana un enorme meteorito cae sobre la Tierra aniquilando la vida tal y como la conocemos, necesariamente nuestra sociedad deberá cambiar para poder seguir con vida en este nuevo escenario post catástrofe, con la sociedad cambiaran nuestros criterios morales, ¿lo harán a mejor? No podemos decirlo porque nuestra situación presente es inconmensurable con la situación de nuestra hipótesis de trabajo; no podemos evaluar moralmente este futuro, como tampoco nuestro pasado, porque nuestros términos morales son diferentes, nuestro lenguaje no vale para ello; piénsese en la diferencia de significado que tiene para nosotros la palabra libertad comparada a como entendían la libertad los antiguos griegos o los romanos; para nosotros la libertad política consiste en la capacidad de resistir los abusos del Estado, es una libertad negativa, la capacidad de decir “no”, un significado fruto del liberalismo político. Por el contrario en el mundo antiguo la libertad era una libertad positiva, para un griego de la época clásica, la libertad, era la libertad de participar en los asuntos del Estado, la libertad del ciudadano. Vemos con esto como el significado de los términos cambia con el tiempo, pues la sociedad cambia y con ella la moral, por tanto no podemos utilizar nuestra teoría sobre el origen de la moral para evaluar nada. Hacerlo sería un grave anacronismo, cosa que Herder ya denunció cuando los ilustrados pretendían usar la Ilustración como criterio para juzgar épocas y culturas pasadas, como en el siglo XVIII, no podemos evaluar el pasado o el futuro desde nuestros criterios morales, pues son un “invento” de nuestro hoy y no sirven para el pasado o el futuro, en un caso son anacrónicos y en el otro quedaran obsoletos.
  Otro peligro que nos amenaza es el de caer en el relativismo moral y hallarnos en la imposibilidad de juzgar moralmente un acto concreto. Desde el punto de vista que aquí defendemos, en apariencia, no podríamos juzgar a un criminal de guerra nazi por sus crímenes, pues caeríamos en un error, dado que el nazi habría actuado según los criterios morales dominantes en la Alemania de su tiempo y según estos mismos, sus actos no constituyen ningún crimen. ¿Desde donde juzgar los actos de alguien así? Está amparado por la moral dominante en su país durante ese periodo de tiempo, por otro lado, acudir a los criterios morales de otro sitio sería injusto, dado que la situación de una comunidad no es comparable a la de otra comunidad. Tampoco se le debe juzgar a posteriori, recordemos que no se puede juzgar el pasado desde el presente, pero si se puede condenar al criminal en cuestión. Pensemos en la gente de la Alemania nacionalsocialista que no se comportó como el general que tenemos sentado en el banquillo de los acusados. Esta gente de la que hablamos son personas que no se dejaron seducir por el ideario asesino de Hitler, es desde el punto de vista moral de estas personas desde donde debemos juzgar los actos del general, pues debemos entender que en la situación que evaluamos había una situación efectiva de convivencia entre dos sistemas morales; el propio de los Nazis y el de los que viviendo en el mismo suelo no compartían ese ideario. Debemos juzgar una cultura desde ella misma; si se da la circunstancia de que en una misma cultura conviven dos morales diferentes, como en el caso de nuestro ejemplo, podemos juzgar la cultura desde su misma moral sin caer en error, pues esa cultura ha creado dos sistemas de moralidad y podemos usar uno de ellos para juzgar al otro. Puesto que el sujeto tenía posibilidad de elegir entre dos sistemas y optó por el que condujo a la muerte de cientos de seres humanos, el reo resulta condenable, pues eligió la peor alternativa que le ofrecía su cultura. Dado que en circunstancias como la expuesta siempre hay diferentes comportamientos en un sitio concreto, siempre tendremos herramientas de juicio desde donde poder evaluar un comportamiento humano desde un punto de vista de bien o mal. El problema del relativismo deja de amenazar nuestro sistema. Al elegir entre dos sistemas morales de una sociedad concreta, lo que estamos haciendo es contribuir a la evolución de las creencias morales; es lo mismo que hacemos en nuestro día a día y esto no es más que una expresión de nuestra libertad, porque si bien es la sociedad la que determina que es lo que esta bien y lo que esta mal desde el punto de vista moral, en ultima instancia somos cada uno de nosotros los que elegimos a diario que hacer. Esto último, nuestra libertad, implica ciertos deberes y responsabilidades; si somos libres de actuar y de elegir entre diferentes modos de conducta, somos los únicos que responderemos de nuestros actos, por ello el general de nuestro ejemplo puede ser juzgado desde los parámetros que hemos establecido.


 Por ultimo, esta comprensión del hecho moral implica la necesidad del reconocimiento del otro si queremos juzgarle. A la hora de juzgar la conducta moral de personas pertenecientes a otras culturas, puesto que solo podemos juzgarlas desde su propio sistema, su propio paradigma, debemos esforzarnos por comprender los mecanismos morales que su cultura promueve. Es decir, si queremos juzgar a una persona de credo musulmán por el hecho de que las mujeres de esta religión visten el famoso velo islámico, no podemos recurrir a los criterios morales occidentales sobre la liberación de la mujer, esos criterios no sirven como ya hemos visto, es injusto juzgar al otro desde nuestro propio paradigma. Para evaluar el uso del velo islámico hemos de juzgarlo desde la propia cultura musulmana, sólo entonces podemos comprender la validez o invalidez del hecho y donde podemos situar el límite, porque no es lo mismo el velo que el velo integral o burka. Todo esto, como decimos, implica el reconocimiento del otro como alguien diferente a nosotros, con unas creencias diferentes, por ello el paradigma de la tolerancia no nos sirve, pues en ultima instancia la tolerancia implica un “vive y deja vivir” que nos reduce a la inoperancia, desde la tolerancia el juicio es imposible, ya que no nos permite sumergirnos en la diferencia y poder captar la diferencia entre nosotros y los otros; la tolerancia nos lleva a la injusticia, pues secretamente implica creer nuestra cultura como superior a la del resto de la humanidad y establece como unidad de medida el criterio de la cultura dominante, cosa a todas luces injusta. Debido a esta deficiencia debemos abrazar el nuevo paradigma del reconocimiento de la diferencia, sólo así podremos juzgar hechos de una cultura diferente a la nuestra.

IV
Hemos llegado al final de nuestra investigación, en ella hemos localizado el origen de nuestros sentimientos morales en la evolución de la sociedad, la moral es, según lo que aquí hemos defendido, un modo que tiene cierto grupo de gente de perpetuarse y sobrevivir, es una adaptación al medio. Esta tesis nos ha permitido establecer toda una serie de inferencias importantes para nuestra vida actual, hemos visto como podemos juzgar a otros desde el punto de vista moral. También que no es posible asegurar que avancemos hacia mejor, pues no tenemos elementos de juicio para evaluar épocas pasadas y tampoco podemos adivinar el futuro y evaluarlo con nuestros conceptos. Hemos observado como el paradigma de la tolerancia queda obsoleto con este sistema y la necesidad de abrazar el nuevo paradigma de reconocimiento, dada la inconmensurabilidad de los diferentes sistemas morales de cada cultura. Por otro lado, hemos sido capaces de resolver de forma más o menos satisfactoria el problema del relativismo moral e incluso hemos podido justificar la importancia que la moral tiene para la política, pues al ser la moral un fruto de la evolución social que busca mantener cohesionada una comunidad, la política, entendida como el arte de gobernar una sociedad, no puede nunca prescindir de la moral, por tanto es fácil percatarse de la importancia de los comités de ética dentro de los diferentes gobiernos, pues la ética es la ciencia que estudia la moral de cada sociedad. Como resumen de esto ultimo podemos decir, casi sin temor a equivocarnos, que la filosofía es imprescindible si queremos seguir manteniendo nuestras sociedades. Por ultimo aunque no menos importante, se ha demostrado, la importancia de la libertad de cada sujeto en la evolución moral, la inexistencia de un determinismo fuerte y como, dado que somos libres de actuar, nuestros actos pueden ser juzgados.
  Por supuesto la investigación no puede quedar aquí, se debe seguir ahondando en el tema, pues muchos puntos importantes han quedado sin resolver y precisan aclaración, algunos son más evidentes que otros pero sin duda todos son importantes. Uno de estos temas que me gustaría dejar apuntado, pues creo especialmente sugestivo es el de la importancia de la mujer en la transmisión de los valores morales, cosa que podría llevarnos a criticar ciertas tendencias peligrosas de nuestro hoy. Otro punto que queda pendiente es el papel clave de los comportamientos individuales en el establecimiento de los criterios morales colectivos, porque si bien ha quedado insinuado, pienso que
podría ahondarse mucho más en esta cuestión. La investigación sobre la moral debe seguir, ya sea completando esta teoría u ofreciendo una mejor, no podemos bajar la guardia, pues de la buena salud moral de la sociedad depende nuestra supervivencia.  
        

Bibliografía

-          ADORNO, THEODOR y HORKHYMER, MAX: Dialectica de la Ilustración Akal 2007
-          ARISTOTELES: Ética a Nicómaco. Centro de estudios constitucionales, 1994
-          ARISTOTELES: Política Austral 2006
-          BURKE, EDMUND: Reflexiones Sobre la Revolución Francesa. Alianza Editorial 2010
-          CONSTANT, BENJAMIN: Sobre la libertad de los antiguos comparado con la libertad de los modernos Centro de estudios constitucionales 1989
-          DESCARTES, RENE: Meditaciones Metafísicas Austral 1999.
-          HAYEK, FRIEDRICH: Los fundamentos de la Libertad. Unión Editorial 2014
-          HUME, DAVID: Investigación sobre los principios de la Moral. Alianza Editorial 2014
-          KANT, IMMANUEL: contestación a la pregunta ¿qué es Ilustración? Alianza Editorial 2013
-          KANT, IMMANUEL: Critica de la Razón Pura Taurus 2013
-          KANT, IMMANUEL: Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres Alianza Editorial 2012
-          KOSELLECK, REINHART: Critica y Crisis Trotta 2007
-          MARX, KARL y ENGELES, FRIEDRICH: Manifiesto Comunista Nordica 2012
-          MCINTYRE ALASDAIR: Tras la Virtud Austral 2013
-          NIETSZCHE, FRIEDRICH: La Genealogía de la Moral Tecnos 2007
-          ORTEGA Y GASSET, JOSÉ: El Hombre y la Gente Alianza Editorial 2010
-          TODOROV TZEVETAN: El Espíritu de la Ilustración Galaxia Gutenberg 2014
-          VOLTAIRE: Cándido  Catedra 2007
-          VOLTAIRE: Tratado Sobre la Tolerancia Austral 2013





[1] Si entendemos que el hombre es por naturaleza un ser social, la idea de un estado de naturaleza en que no existe el Estado o el mando de un individuo sobre el resto es ridícula. Toda sociedad que se tercie necesita un líder que ejerza el poder, por ello la hipótesis del estado de naturaleza no es válida, siempre habrá un grupo de personas que ejerzan el mando.
[2] Utilizo el término “uso” al modo de Ortega y Gasset, un uso es aquello que hacemos sin saber porque lo hacemos, su origen se remonta a las costumbres de determinada comunidad. Es un uso el modo de saludarse o de sentarse a comer a la mesa.
[3] En esto la obra de Voltaire Cándido es un excelente ejemplo del pensamiento Ilustrado. Cándido busca hacer de este el mejor de los mundos posibles, puesto que no lo es, al contrario de lo que defendió Leibniz, por tanto el mundo puede mejorar y con la mejora del mundo será posible el amor a su princesa, Cándido es un Ilustrado, un optimista que pretende cambiar el mundo con su trabajo, por ello en el final del relato nos aparece el protagonista, un noble, trabajando duramente. Es una preciosa metáfora de la obra que debe desempeñar un Ilustrado, una mente de las luces, debe trabajar para mejorar el mundo, como Cándido  

jueves, 24 de septiembre de 2015

Ramón Llull y la creación de la lengua literaria

Llull fue el primer filósofo en escribir en catalán, pero la opción de tratar en esta lengua temas y saberes tradicionalmente reservados al latín condujeron a Ramón LLull a enfrentarse con un grave problema lingüístico: la lengua no disponía de palabras suficientes para poder nombrar gran cantidad de conceptos y de referencias al mundo de las ciencias o de la filosofía, ya que hasta entonces estos conceptos se habían expresado en latín. Esto obligó al escritor a llevar a cabo un importantísimo trabado de creación léxica, es decir, a buscar palabras nuevas para poder nombrar en su lengua todos los conceptos que necesitaba. El mismo Llull, en el prólogo de uno de sus libros. L’Art amativa, nos da la información sobre la procedencia del léxico de su prosa.

Árbol de la ciencia de Ramón Llull
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miércoles, 23 de septiembre de 2015

El poder de la palabra ¿convences o te convencen?

¿Eres un virtuoso de la palabra? ¿Sabes comunicarte con éxito? ¿Convences fácilmente a los otros? ¿Eres una persona persuasiva? 

El poder de la palabra no es algo reciente, para el ser humano primitivo la palabra tenía un carácter mágico: las palabras eran las cosas, y eso daba pie a mágicas prácticas verbales. Había palabras con tanto poder que pronunciarlas en voz alta podía provocar efectos sobre la realidad (abracadabra), por lo tanto había cosas que no podían o no había que nombrarlas.

En Grecia la palabra era algo sagrado,’’ dar la palabra’’ a alguien era lo máximo a lo que te podías comprometer, incluso tenía más validez que por escrito. Era tanto el poder de la palabra en Grecia que muchos filósofos no querían escribir, sino solo hablar.

En la biblia, libro sagrado de los cristianos y judíos, aparece también este poder mágico de la palabra: la creación en la biblia fue por un acto verbal. Dios es verbo. Sacó la materia sin forma a partir de las tinieblas en que se encontraba y dijo: ‘’que se haga la luz. Y hubo luz…’’

Muchas civilizaciones antiguas daban un origen religioso y divino a la aparición de la palabra escrita: los hebreos creían que Moisés la recibió directamente de Dios, los egipcios pensaban que se la debían al dios Thot, y los mayas al dios Itzamnà. Este carácter sagrado proporcionó que la escritura quedara en manos de una casta de escribas, que tenían un gran poder por el hecho de controlarla

Actualmente, dar la palabra no tiene validez, sino que tiene más validez el discurso escrito. Incluso a veces se utilizan expresiones con tono de burla ‘’ese tiene mucha palabrería’’. También utilizamos expresiones como: ‘’ quiero actos, no palabras’’ ya sabéis… eso que dicen de… ‘’las palabras se las lleva el viento’’.

Muchas son las discusiones que se dan en torno a conversaciones como estas:

-¡Pero si me lo dijiste! o ¡Pero si me lo prometiste!
-¿A sí? Demuestra que lo dije o demuéstrame que te lo prometí.

Incluso en algunos casos se ha convertido en un maltrato, muchas son las personas que padecen de insultos o amenazas, pero esto es como todo, depende como las utilicemos serán buenas o malas. Hay palabras muy feas, pero hay palabras tan bonitas… Y es que estamos rodeados de palabras ya sean orales o escritas.


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martes, 22 de septiembre de 2015

Filósofos en anuncios

Lowi deja a Aristóteles sin palabras:


Pero no son los únicos que han optado por utilizar a nuestros filósofos para anunciar sus productos, también Mixta utilizó a Platón. ¿conoces algún anuncio más? informarnos.

Culturiza tu móvil:


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lunes, 21 de septiembre de 2015

Nuestros filósofos en vivo y en directo

Muchas veces he leído un libro y luego comentándolo con alguna persona que ha leído el mismo resulta que le cambia el nombre a algún personaje o lo pronuncia diferente y, esto me deja descolocada, el nombre suena raro, incluso no me parece el mismo personaje. También ocurre cuando vemos una película de un libro que hemos leído, ya que al leerlo cada uno se imagina a los personajes a su manera. Por eso no es de extrañar que al verlo en pantalla siempre nos rompan los esquemas y nunca nos gusten los actores que ponen.

Lo mismo ocurre cuando pronunciamos los nombres de los filósofos a nuestro antojo y luego al encontrarnos con alguien que los pronuncia correctamente nos parece extraño. O cuando estamos cansados de ver el nombre del filósofo pero nunca nos hemos molestado en ponerle cara y al ver una imagen decimos… ¿ese es? Y nos quedamos extrañados. Pero, ¿qué pasa cuando estamos hartos de leer sus libros y de repente los vemos en un video?

Cuando tengo un nombre de un pensador nuevo lo primero que hago es buscar una imagen suya para ponerle cara, lo cierto es que hay gente que no tiene esta costumbre. ¿Pero no os entra la curiosidad de saber cómo es su cara, su cuerpo o su voz?

No tenemos videos de Heráclito hablando ni de Aristóteles, pero si los tenemos de Heidegger, Adorno… y de muchos más pensadores ¿los habéis visto? Si no lo habéis hecho os invito a hacerlo y a llevarnos muchas sorpresas de como son nuestros pensadores en vivo y directo. ¿Así hablaba? ¡qué extraño!

Esos pensadores que siempre vemos estáticos y congelados en las portadas de sus libros tenemos la oportunidad de escuchar su voz, su entonación ¿de verdad vais a dejar perder la oportunidad?


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domingo, 20 de septiembre de 2015

Platón siempre es el primero

En todas las entregas de Filosofía Platón siempre es el primero. Bueno vale, menos en la de grandes pensadores que es el segundo, pero imaginarios quien es el primero en este caso...



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sábado, 19 de septiembre de 2015

Cuando ‘’El rincón de pensar’’ se convirtió en un castigo para niños…

Muchos padres y profesores castigan a los niños en el ‘rincón de pensar’’ o ‘’silla para pensar’’. Como si estar apartado de todo y pensando fuera un castigo.

-¡Tienes que sentarte ahí a reflexionar!

Reflexionar, pensar, soledad… ¿de verdad son castigos?

El rincón de pensar es donde te tienes que sentar con tu hijo a hablarle, explicarle y decirle lo que está mal, establecer una conversación, pero no tiene porque ser un castigo. Pensar y actuar es algo bueno que tienen que hacer naturalmente, pero no algo impuesto.

Antiguamente en los colegios se empleaba algo de violencia, por supuesto estoy de acuerdo que esto actualmente esté prohibido, pero es que ahora se ha sustituido por ‘’el rincón de pensar’’ y parece que todos están encantados con este castigo. Enviar a los niños al rincón, un ratito en soledad para que piensen y reflexionen sobre lo que han hecho mal y por qué, ¿de verdad esto es una idea genial?

Que reflexionen por su cuenta es genial, que reconozcan sus errores también, pero esto no debería de ser un castigo, esto es lo que deberían hacer siempre estén castigados o no, estén las cosas bien hechas o mal hechas, sentaros con vuestros hijos y reflexionar y pensar. Por separado primero y juntos después, ¿pero un castigo pensar y reflexionar? Por favor…

Yo sí que enviaría a los mayores al ‘’rincón de pensar’’ para que pensaran sobre esto. Enseña a tu hijo a pensar de una manera autónoma para hacer frente a los errores y problemas de la vida, pero no le enseñes que eso es un castigo.

Le he preguntado a mis primitos pequeños ¿Qué tal en el rincón de pensar? ¿Has pensado mucho? Y todos me han dicho lo mismo: No he pensado nada, pero no se lo digas a mi madre. Así solo conseguiremos que asocien que el pensar es un castigo y algo malo.

¿También le vais a enseñar que ‘’epollón’’ es un insulto? ¿Ser el que más estudia de la clase y el que más nota saca es algo malo? Que todos se metan con el empollón de la clase es vergonzoso.

En un taller de Filosofía tratamos el tema del rincón de pensar y todos los niños coincidían en que a ninguno les gustaba, pero claro es lo más fácil para los padres es enviarlos ‘’al rincón de pensar’’.


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jueves, 10 de septiembre de 2015

Manual de filosofía portátil, de Juan Arnau

Artículo de Aarón Rodríguez para www.revistavisperas.com Desde aquí le agradezco la mención
Por aquel entonces los chavales mercadeaban mucho por el jaco a las afueras del Colegio y ya nos habíamos suscrito al color de la miseria. Para finales del BUP todo el mundo tenía claro que no iba a jugar en el Real Madrid ni se iba a hacer millonario. De hecho, suficiente tenían algunos con mudarse a la barra del bar que había abierto el padre en los setenta y esperar cómodamente sesenta años de muerte y cáncer de pulmón embarazando niñas aburridas, sirviendosolysombras y pagando a plazos los sesenta metros cuadrados del Piso de Protección Oficial.
Quiero decir, que yo tomé muy seriamente la decisión de dedicarme primero al cine, y después, a la filosofía entre una paliza en los lavabos y una tarde de beber kalimotxo barato a las puertas del Día del barrio, que era como el ágora para los niños heridos de Sacrosanta Transición. Y, puedo añadir, apenas fue sino una decisión esencialmente pragmática. En lo estético, el cine era la única fuente de belleza en un mundo en el que casi todas las amadas nínfulas adolescentes apenas daban para tatuarse tribales en el coxis y sacarse un módulo de esteticién. En lo ético, había leído algo de los existencialistas sin entender gran cosa, pero supuse que allí encontraría todas las respuestas. O al menos, una única respuesta: por qué vivir dolía tanto. Por qué la vida, cuando salía fuera de una de las salas del cine Canciller o del Alcalá Norte (ambos difuntos), era simplemente insoportable.
Supongo, por lo tanto, que mi búsqueda de la filosofía comienza directamente en las antípodas de la propuesta de Juan Arnau. Y sin embargo.
02.
Y sin embargo, al contrario que muchos colegas de profesión, creo en la necesidad de la divulgación de la filosofía. Los divulgadores filosóficos de profesión y de corazón tienen por delante un camino amargo: serán despreciados por sus colegas “especialistas” –que les acusarán, inevitablemente, de aplanar y desactivar los secretos oraculares de cada autor que toquen. Serán confinados en los márgenes del sistema académico como presencias de pensamiento non gratas. Figuras como el propio Juan Arnau –o la muy prometedora Eva Galera- han conseguido mantener la extraña sensación de descubrimiento que arropó los primeros pasos dudosos de los que nos acercamos a la filosofía desde las periferias mismas del saber, esto es, desde los barrios del mundo en los que los Otros destrozaron a pedradas nuestros pensamientos cuando éstos amenazaron con levantar el vuelo.
Hay que tener valor para remontar hacia la esencia y atreverse a ser Maestro de los Torpes, Maestro de los Don Nadie, Maestro de aquellos que viven en núcleos sociales en los que, digámoslo ya claramente, la filosofía no existe o es objeto de odio.
(Otra reflexión al hilo de esto, por cierto, sería el flagrante e inevitable antiintelectualismo de nuestras sociedades, en las que, casi como si de un ejercicio de deducción lógica se tratase, el más odiado es aquel que más ama el conocimiento puro, el conocimiento no pragmático, no empresarial, no económico, el conocimiento que no se conoce a sí mismo, y sin embargo, amenaza con poder llegar a conocerlo todo).
No hay que ceder ante el espejismo que pregonamos en nuestras clases y en nuestros artículos universitarios. Con diecisiete palos, cuando estábamos jodidos pero queríamos saber no nos leímos ni la Crítica de la razón pura ni la Fenomenología del Espíritu. Fuimos a Fernando Savater, fuimos a los compendios de textos comentados de editoriales casi marginadas, a los pequeños libros amarillos de la Editorial Cincel comprados por doscientas pelas en mercadillos de viejo, fuimos a tutorías con nuestros profesores y quizá, si tuvimos suerte, encontramos algo allí que nos tranquilizó o nos aterró lo suficiente como para ponernos en camino.
Y aquí es donde, sin duda, puedo coincidir con Arnau. La filosofía es, al mismo tiempo, la vida y camino. El que recorramos sendas diametralmente divergentes no impide que nos encontremos en el medio y nos lancemos el guiño cómplice. Un mago viajero y un profeta angustiado.
03.
Manual de filosofía portátil es, por lo tanto, una colección de máscaras filosóficas que Arnau dispone a lo largo de un recorrido cronológicamente inverso para hablar a partir de ellas. Se equivocará quien busque un tratado exhaustivo de temas que permita clarificar confusiones varias ante exámenes y trabajos de instituto. Hay una serie de ideas propias, muy concretas, maquilladas y sugeridas tras los nombres y las tensiones de los sospechosos habituales: De Wittgenstein a Heráclito, con las paradas habituales en Nietzsche, Kant, Hume o el tándem Platón/Aristóteles, por mencionar apenas unos pocos ejemplos. No sorprenderá a nadie por la selección de autores que pasan por la palestra –no se trata de una boutade más o menos inspirada como el Antimanual de filosofía de Onfray-, sino que muy al contrario, parecería que Arnau pretende establecer un puente accesible desde los (cada vez más reducidos) temarios obligatorios de la Filosofía escolar hasta las obras magnas de la Historia de la Filosofía a-lo-Copleston. Ha sabido aprovechar la libertad de posicionarse más allá de los lugares académicos del pensamiento filosófico de los que hablaba antes para prescindir de todo el aparataje propio del género: notas a pie de página, citas exhaustivas, miedo a la discusión salvaje con los especialistas por la precisión imposible de un concreto decir… Todo está despachado con una sonrisa cómplice. De hecho, su redacción parte más bien hacia el comentario personal, en ocasiones casi canallesco, celebrativo, tan centrado en la vida del pensador como en los frutos de su propia escritura. Arnau puede ser a la vez humilde portera de barrio, crítico inmisericorde, fan entregado, amigo íntimo, elocuente postureador, niño que proclama la desnudez del emperador, enemigo inmisericorde, saqueador de osarios y profanador de mitos. Su esfuerzo pasa no tanto por sintetizar enormes temblores del pensamiento –parece dar por sentado, lo que no deja de ser de una gran higiene mental, que el lector mínimamente interesado acabará por acudir a los textos por los que se pasea-, sino por rebuscar entre ellos aquello que pueda ser útil para su particular visión portátil de la filosofía-vida, una visión ligera y luminosa que, de manera inevitable, encuentra mejor encarnación en algunos de los autores seleccionados que en otros. Así, capítulos concretos –como los dedicados a Nietzsche o a Spinoza- brillan con luz propia y desprenden una pasión inmensa en cada uno de sus párrafos.
Más que una Historia de la Filosofía, lo que Arnau ofrece es una historia de su experiencia de la filosofía. Su destino no está tanto en las Facultades como en las baldas de las bibliotecas humildes de los extrarradios, en las habitaciones de los adolescentes soñadores que quieren pegarse el piro a toda ostia por las autopistas de la libertad, en las salas de lectura de los institutos donde entre peta y peta, alguien sabe que todo puede ser dinamitado. Si no se lee desde ese sentimiento inicial que un día nos erotizó a propósito de la filosofía, el libro resultará del todo incomprensible. Después de todo, de lo que se trata es de volver a poner el deseo encima de la mesa: deseo de conocer, deseo de darse el piro, deseo de ser portátil.