sábado, 20 de junio de 2015

Anécdotas de la vida de Kant

Immanuel fue bautizado como Emanuel, pero cambió su nombre tras aprender hebreo. Fue el cuarto de once hermanos, de los cuales sólo cinco alcanzaron la adolescencia. Su padre, Johann Georg, era un artesano alemán de Memel que se casó en 1715 con Anna Regina, nacida en Núremberg.

Hacia finales del siglo XVII y principios del XVIII se extendió por Alemania el pietismo, como protesta contra la ortodoxia religiosa en la que predominaban las formas dogmáticas frente a la vivencia de la fe. El pietismo fue seguid por los padres de Kant, por lo que su infancia se desarrolló en un ambiente de intensa devoción religiosa. Kant recibió una educación estricta y disciplinaria que favorecía la enseñanza del latín y la religión por encima de las matemáticas y las ciencias.

Con ocho años, ingresó en el Collegium Fridericianum donde adquirió sólidos conocimientos de las lenguas clásicas, las matemáticas y la lógica. Se podría decir de Kant que fue un estudiante metódico, aunque no brillante.

En 1740 se matriculó en la Universidad de Königsberg donde asistió a las clases de Teología de Schultz, pero centró su interés en la Filosofía, Matemáticas y Ciencias Naturales. Estudió la Filosofía de Leibniz y Wolf con el profesor Knutzen, un racionalista que introdujo a Kant en la nueva física matemática de Newton. En 1747 acaba sus estudios y pasa a ejercer como profesor privado en distintos pueblos cercanos a Königsberg.

La primera obra filosófica que publicó fue: ''Meditaciones sobre el verdadero valor de las fuerzas vivas’’. Publicó muchas obras sobre temas científicos y obtuvo el título de Doctor de Filosofía en 1755 con una disertación ‘’Sobre el fuego’’. Posteriormente consiguió el título de Privatdozent (profesor auxiliar) en la Universidad de su ciudad natal, cargo que ocuparía durante 15 años, los cuales se corresponden con el período precrítico. En esta época de su carrera docente enseñaba una gran variedad de disciplinas como matemáticas, física, lógica, metafísica, antropología y geología.

Varias Universidades le ofrecieron cátedras que Kant rechazó y, finalmente, fue propuesto para la cátedra de Lógica y Metafísica de la Universidad de Königsberg, tomando posesión de ella en 1770.

Durante 10 años se dedicó a trabajar en una solución para los problemas planteados por la metafísica y fue, después de este largo silencia, cuando publicó su obra ‘’Crítica de la razón pura'', A ella le siguieron con cierta continuidad, los ‘’Prolegómenos para toda metafísica futura’’, la ‘’Fundamentación de la metafísica de las costumbres’’ y, entre otras, sus dos restantes obras ‘’Críticas’’.

Todos coinciden en que fue un profesor excelente y que introducía en sus clases toques de humor, narraciones y anécdotas. En sus curos sobre Filosofía intentaba estimular a sus alumnos a que pensaran por su cuenta o, como él decía, a que ‘’se sostuvieran sobre sus pies’’. Llegó a considerar la filosofía como un medio de estimulación e incluso de prolongación de la vida. Como Kant solía decir: ‘’Para un estudiosos, pensar en un alimento sin el cual… no puede vivir’’.

Fue una persona de constitución débil y enfermiza, que organizó su vida de forma metódica y rigurosa para conservar su salud. Aunque nunca estuvo realmente enfermo, su hipocondría compulsiva no le abandonó jamás. Obsesionado con la dieta, consultaba a cada momento el termómetro, el barómetro, el reloj… El mismo Immanuel decía que  debido a mi hundido y estrecho pecho, que deja poco espacio para el movimiento de mi corazón y mis pulmones, tengo una predisposición natural a la hipocondría.

A Kant le gustaba hablar con gente que tuviera experiencias de otros países, e incluso les sorprendía con sus conocimientos, conseguidos mediante la lectura, pues, como ya hemos dicho, no salió prácticamente nunca de su ciudad natal. Su biógrafo Kuno Fischer escribió: Hablaba con tal exactitud e interés de las particularidades de un país o de una ciudad que, más de una vez, se le hubiera tomado por touriste. En una ocasión describía el puente de Westminster, su forma, sus dimensiones y medidas con tanta claridad y vida que un inglés que le estaba oyendo le creyó un arquitecto que habría vivido en Londres.

También se ha hecho famoso el horario de su jornada, por su empeño en el mantenimiento del mismo durante sus años de profesor. Se levantaba hacia las cinco de la mañana y durante la primera hora tomaba el té, fumaba su pipa y pensaba en el trabajo del día. De seis a siete preparaba las clases que después impartía hasta las nueve o diez, según la época del año. Hasta la hora de la comida se dedicaba a escribir, en las comidas siempre estaba acompañado por alguna de sus amistades y la sobremesa solía prolongarse varias horas, pues gustaba mucho de la conversación. Luego, paseaba durante una hora y dedicaba el resto de la tarde a la lectura y la reflexión. Se acostaba a las diez de la noche. Esta vida tan estricta y previsible condujo a crear la leyenda de que sus vecinos ponían los relojes en hora cuando daba sus paseos diarios.

En muy pocas ocasiones se olvidó Kant de su paseo diario, el día que recibió el ‘’Emilio’’ de J.J. Rousseau, al estar entusiasmado por la lectura o cuando se quedó en cada esperando noticias sobre la Revolución francesa.

En resumen, era un hombre sociable, amable y benévolo y, aunque no era en absoluto sentimental (nunca se casó, aunque lo intentó en un par de ocasiones, fue un amigo sincero, leal, cortés y con un noble respeto hacia los demás.

Como se ha dicho, pasó toda su vida dentro o en los alrededores de su ciudad natal, capital de Prusia Oriental en esa época, sin alejarse más de un centenera de kilómetros de Königsberg. Tanto es así que en 1783 compró una casa en esta ciudad y vivió en ella hasta su muerte, que sucedió el 12 de febrero de 1804 en su ciudad natal, rindiéndosele honores en un gran funeral.


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2 comentarios:

  1. Thomas de Quincey presenta en “Los últimos días de Emmanuel Kant” a un Kant conmovedoramente frágil y, sin contradicción, colosal y humano.

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