Hoy colabora con nosotros Amalia, la creadora del blog ''La Audacia de Aquiles'' espero que os guste.
“En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos”. (Schopenhauer).
Schopenhauer decía que cuando uno llegaba a cierta edad, y miraba a sus espaldas lo que había pasado, parecía que toda esa trama de experiencias que formaban la vida de uno, hubiera sido la composición de alguien. En definitiva, la libertad, cuya naturaleza consiste en la ausencia de toda necesidad, se postularía, para Schopenhauer como la independencia absoluta respecto de toda otra causa. Admitido este Principio, cada acción humana sería una especie de milagro inexplicable, un efecto sin causa alguna… Es esta ilusión la que promueve la voluntad humana como decidiendo ella misma, desprovista de Razón Suficiente, cuyas resoluciones pudieran inclinarse, sin más y de un modo indiferente hacia uno u otro lado… Pretender que un hombre, bajo el influjo de motivos idénticos, actúe de un modo o de otro absolutamente opuesto es equivalente a creer que un árbol, habiendo dado cerezas el año pasado produzca, luego castañas. El libre albedrío implica, entonces, una existencia sin esencia; es decir, algo que, al mismo tiempo es y no es nada, lo cual constituye una evidente contradicción. El resultado puede enunciarse así: Todo lo que ocurre, ocurre necesariamente: Quid fit, necesario fit. En efecto, todo acontecimiento, sea éste grande o pequeño, resulta siempre absolutamente necesario. Es la Voluntad en el orden natural que ordenaba estos hechos, de una manera aparentemente lógica y estructurada, de manera que la libertad era una mera ilusión arrogante del Hombre… En síntesis, el hombre no hace sino lo que quiere , y , sin embargo, lo vemos obrar siempre de un modo necesario. La libertad, por lo que hemos expuesto, no puede residir en el operari (actuar), sino que debe residir en el esse (ser). La libertad no es atributo propio del carácter empírico, sino del carácter inteligible.
“En la vejez se aprende mejor a esconder los fracasos; en la juventud, a soportarlos”. (Schopenhauer).
Schopenhauer decía que cuando uno llegaba a cierta edad, y miraba a sus espaldas lo que había pasado, parecía que toda esa trama de experiencias que formaban la vida de uno, hubiera sido la composición de alguien. En definitiva, la libertad, cuya naturaleza consiste en la ausencia de toda necesidad, se postularía, para Schopenhauer como la independencia absoluta respecto de toda otra causa. Admitido este Principio, cada acción humana sería una especie de milagro inexplicable, un efecto sin causa alguna… Es esta ilusión la que promueve la voluntad humana como decidiendo ella misma, desprovista de Razón Suficiente, cuyas resoluciones pudieran inclinarse, sin más y de un modo indiferente hacia uno u otro lado… Pretender que un hombre, bajo el influjo de motivos idénticos, actúe de un modo o de otro absolutamente opuesto es equivalente a creer que un árbol, habiendo dado cerezas el año pasado produzca, luego castañas. El libre albedrío implica, entonces, una existencia sin esencia; es decir, algo que, al mismo tiempo es y no es nada, lo cual constituye una evidente contradicción. El resultado puede enunciarse así: Todo lo que ocurre, ocurre necesariamente: Quid fit, necesario fit. En efecto, todo acontecimiento, sea éste grande o pequeño, resulta siempre absolutamente necesario. Es la Voluntad en el orden natural que ordenaba estos hechos, de una manera aparentemente lógica y estructurada, de manera que la libertad era una mera ilusión arrogante del Hombre… En síntesis, el hombre no hace sino lo que quiere , y , sin embargo, lo vemos obrar siempre de un modo necesario. La libertad, por lo que hemos expuesto, no puede residir en el operari (actuar), sino que debe residir en el esse (ser). La libertad no es atributo propio del carácter empírico, sino del carácter inteligible.
La libertad es un fenómeno que aparece como mera representación de libre albedrío humano, cuando, en realidad , no es otra cosa que la emanación de una Voluntad que nos excede y determina. Nuestro destino está sometido a pequeñas condiciones iniciales aleatorias, tal como indica la teoría del caos. Llegados a este punto, cabe nombrar también la teoría de los seis grados de separación , que nos indica resumidamente que si escogemos a dos personas al azar en todo el mundo, estás están separadas solo seis grados , es decir, existen como máximo 6 personas entre medio para que se conozcan. La importancia de esta teoría reside en que, precisamente, las personas que desconocemos y que están a dos, tres, cuatro grados de nosotros son las que influyen directamente sobre nuestras vidas e inclusive pueden sin quererlo ni saberlo, controlar nuestras vidas. La teoría cuántica tiene relación con todo esto. Einstein afirmó que “Dios no juega a los dados”, defendiendo una visión más determinista y menos aleatoria de la ciencia. O sea nosotros mismos ( las partículas) , definimos posición y velocidad siguiendo leyes deterministas. La Cuestión sería, como se preguntaba Pedro Calderón de la Barca: “¿Y yo con Más Albedrío, tengo menos Libertad?
Gracias por permitirme publicar en vuestro blog. Es un gusto y un honor.
ResponderEliminarMuchos saludos y quedo a tu disposicón, Aquileana ;)
Excelente articulo...
ResponderEliminarMe genera docenas de dudas más!!
:D
¡Me ha gustado!
ResponderEliminarMe encanta la sencillez con la que se explica un tema tremendamente complicado.
Un saludo! :)