Prácticamente a nadie le gusta tener la sensación de culpabilidad. Así que, para disminuirla ponemos inmediatamente en marcha distintos mecanismos. Por ejemplo, tendemos a auto justificar nuestra mala conducta. Culpamos a los demás de lo ocurrido, a las circunstancias o necesidades que nos influyeron; adornamos los datos que nos interesan para ponerlo a nuestro favor, ‘’mentiras piadosas’’ o recordamos algo malo que nos han hecho antes los demás o algo que han hecho ellos peor, convocamos recuerdos de algo que nos hubieran hecho previamente, para minimizar la vergüenza y tristeza que sentimos; o, directamente, sustituirlas por ira.
A veces queremos reparar el daño mediante palabras o actos, intentamos transformar la culpabilidad en responsabilidad.
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