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lunes, 19 de octubre de 2015

Mi padre y su famoso escrito: ‘’Un banco especial''

Cuando era pequeña, muy pequeña, alrededor de ocho o nueve años, mi padre me enseñó un escrito que le dieron en la fábrica, se titulaba ‘’Un banco especial’’ lo leí, pero no lo entendí muy bien, recuerdo que mi padre iba explicándome párrafo a párrafo, con ejemplos fáciles y, cuando ya lo comprendí me encantó. Pasados dos años me lo volvió a enseñar y lo volví a leer, esta vez sin ayuda, ya que recordaba perfectamente lo que me contó mi padre la primera vez para entenderlo, al año siguiente me lo volvió a enseñar, a los dos o tres años otra vez, y así durante toda la vida. Es un escrito que tiene guardado, y cuando se pone a ordenar los cajones o las carpetas y lo encuentra, cada vez que lo encuentra me lo enseña y lo vuelve a guardar. La verdad es que ya hacía como unos cuatro años que no sacaba el famoso escrito. Y ayer, antes de comer me dice:
-Eva, lee este escrito que te va a encantar.
Y yo, que ya me conocía el escrito de memoria y no me pilló en mi mejor momento le respondí: -‘’ ¿Otra vez el escrito ese? ¡Qué pesado! ¡Estoy harta ya del escrito! ¡Me lo sé de memoria!’’
Y me dice: ‘’ ¿pesado con el escrito? ¡Si vamos como si te lo diera todos los días! ale pues no lo leas, tú te lo pierdes’’. Mi hermana, que a pesar de ser mayor es más pequeña que yo dijo: ’’ ¡Yo no lo he leído nunca!’’
Se lo di a mi hermana para que lo leyera.  Y se quedó muy contenta con el escrito, le gustó mucho, para más inri mi padre me dice: ‘’podrías ponerlo en tu página esa que tienes de Filosofía’’ y yo respondí: ‘’¡Si eso ya está por internet! La gente estará harta de leerlo’’.  
Mi padre: ‘’ya, pero no todo el mundo lo habrá leído, siempre habrá alguien que no lo conozca, ya que hay generaciones nuevas que lo desconocerán. Además a mi cuando me lo dieron no existía todo eso de internet ni de los blogs, ni del whatsapp, ni del facebook, así que tiene más mérito, busca por internet lo que han dicho otros del tiempo y verás cómo no es ninguna tontería. Yo pensé… ais papi papi… que la primera vez que me enseñaste el escrito no lo entendía, pero ahora ya he acabado la carrera de Filosofía y se perfectamente las teorías que hay sobre el tiempo…

Os dejo aquí el famoso escrito:

Imagina por un momento que existe un banco que cada mañana abona en tu cuenta 86.400 euros.
Ese extraño banco, al mismo tiempo, tiene sus propias reglas: la primera es que todo lo que no te has gastado a lo largo del día, se te retira por la noche. No puedes hacer trampas, no puedes traspasar ese dinero a otra cuenta. Sólo puedes gastarlo. Pero a la mañana siguiente, al despertar, el banco te ingresa otros 86.400 euros.
La segunda regla es que el banco puede interrumpir este juego sin previo aviso. En otras palabras, en cualquier momento puede decirte que se acabó, que cancela la cuenta. ¿Qué harías si te encontraras en esta situación? Se supone que gastaríamos el dinero en lo que apeteciera, en hacer multitud de regalos a las personas que queremos, en llevar algo más de felicidad a nuestra vida y a la de los demás…
Pues bien, cada uno de nosotros tenemos ese banco mágico a nuestra disposición. Su nombre es ‘TIEMPO’.
Todas las mañanas, al despertar, ese banco abona en nuestra cuenta personal 86.400 segundos de vida. Cada noche, ese banco borra de nuestra cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayamos invertido en algo provechoso.
Ese banco no arrastra saldos de un día para otro. Todas las mañanas repite ese prodigio y se nos abonan 86.400 segundos de vida, pero jugamos con la misma regla inevitable: el banco puede cancelarnos la cuenta en cualquier momento, sin previo aviso. En cualquier momento, la vida se nos puede acabar.
Cada día se nos abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día. Si no usamos nuestro saldo durante el día, nosotros seremos los perdedores. No podemos dar marcha atrás. No existen los cargos a cuenta del ingreso de mañana, debemos vivir el presente con el saldo de hoy.

El reloj sigue su marcha… ¡Y tienes que conseguir lo máximo de cada día!
¿Quieres entender el valor de un año? Pregúntaselo a algún estudiante que repitió curso.
Para entender el valor de un mes, pregúntaselo a la madre que alumbró a un prematuro.
Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario.
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan a encontrarse.
Para entender el valor de un minuto, pregúntale al viajero que perdió el tren.
Para entender el valor de un segundo, pregúntale a esa persona que estuvo a punto de sufrir un accidente.
Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale al deportista que ganó una medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en lugar de la medalla de oro, para lo que llevaba toda la vida entrenándose.
Atesora cada momento que vives… Y recuerda que el tiempo no espera a nadie.  




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