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martes, 25 de junio de 2013

Filosofía de Chocolate

Hablo de virtud en Aristóteles:
Para conseguir la virtud hace falta la praxis, hacer las cosas bien por repetición, por práctica, pero también hace falta el conocimiento.

Uno puede hacer una tarta de chocolate mecánicamente y ser virtuoso en la repostería, pero una cosa es la práctica, porque te ha salido bien y otra la reflexión sobre esa práctica, cuando haces la reflexión es cuando te conviertes en un maestro de las tartas del chocolate. Y ya no eres solo virtuoso porque haces tartas de chocolate, sino porque llegas a escribir un libro. ‘’La Filosofía de chocolate’’, cuando lo escribes estas elaborando una reflexión con conocimiento sobre aquello que haces.
La virtud no está relacionada solo con la praxis sino con el conocimiento. Hay virtudes que dependen de la repetición y otras de encontrar el libro, es decir, del conocimiento.
La virtud es la areté, el ideal de la vida, pero la virtud no solo se consigue por repetición sino también por conocimiento, por coger un libro y leer sobre cómo se hacen las tartas de chocolate, por estudiar.

Yo puedo hacer buenas tartas de chocolate después de haber tirado 300 tartas de chocolate a la basura y desperdiciar muchos ingredientes o estudiar cómo se hace una tarta de chocolate y hacerla bien a la primera.
El camino de la virtud puede ser un camino vulgar o no, ya que solo con el conocimiento tampoco podemos hacer buenas tartas de chocolate, las tengo que llevar a la práctica. La virtud construye el ethos.

Generamos un modo de hacer: Creamos un concurso de tartas de chocolate.
Ganará la Areté, la  más excelente, la mejor tarta de chocolate, la mejor tarta, no una tarta cualquiera, sino la mejor.
Cuando hablamos de virtud, hablamos de habito, pero en Aristóteles es el hábito repetido para buscar la excelencia, donde hacemos bien algo, pero en orden a la excelencia, no a un bien cualquiera.

Somos lo que hacemos cada día, de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito.

La justicia va a ser la virtud por excelencia en Aristóteles, pero esa ya es otra historia. 


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