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viernes, 24 de mayo de 2013

Colaboración: Nietzsche contra Wagner

NIETZSCHE CONTRA WAGNER, PARTE I

¡Hola! Me llamo Alex, y esta es mi primera colaboración con PrincipioUltimo. En esta entrada comentaré la relación de Friedrich Nietzsche con Richard Wagner. ¡Espero que os guste!

Os preguntaréis, ¿qué demonios pasó entre Nietzsche y Wagner? Algunos sabréis lo general, el tema del antisemitismo y el nacionalismo en el compositor, etc., pero lo que no es tan frecuente es aportar la perspectiva que nuestro Friedrich tenía tanto de la relación como de la ruptura que hubo entre ellos. Para eso hay que saber, primero que nada, quién o qué era Wagner para Nietzsche desde un principio. Si queréis enteraros del asunto con atisbos de profundidad pero sin extendernos en absoluto, ¡seguid leyendo!
“Ninguna nube cruzó nunca nuestro cielo”, así describe Nietzsche en “Ecce homo” la relación con Wagner. Sin duda, como dice en este mismo libro, la relación con el compositor fue la relación más aristocrática que jamás tuvo con otro ser humano.
Para nuestro Friedrich, Wagner era un maestro. Le conoció en 1868 cuando él tenía 24 años, y el compositor la friolera de 55, y empezó a ser un asiduo invitado a la casa del matrimonio Wagner. Desde un principio Nietzsche, fascinado por las obras del “maestro”, vio en él algo que dejó claro en “El origen de la tragedia”, su primer “libro”,--¡dedicado al compositor en el prólogo!—: el retorno de la cultura griega al ideal del arte, la perspectiva dionisíaca de la actividad musical, la tragedia destilada en acordes y un pesimismo fundamentado en la perspectiva de la vida de Arthur Schopenhauer, autor que encantó y conmocionó a Nietzsche en su juventud. Viéndolo todo de esta forma, Nietzsche vio en Wagner la realización de su sueño. Ahora bien, ¿cómo se truncó todo tras 10 años de relación? En la siguiente entrega, ¡¡el desenlace!!

NIETZSCHE CONTRA WAGNER. PARTE II:

            ¡Hola! Soy Alex de nuevo. Hoy vamos a seguir con la mini-saga “Nietzsche contra Wagner”. Nos quedamos en el Nietzsche adorador de la figura del compositor, en una afinidad entre ellos desde personal hasta filosófica, pasando por la musical. Eran dos espíritus afines, al fin y al cabo. Les unía Schopenhauer en filosofía, una personalidad explosiva y un carácter alegre y de señorío en lo psicológico, un amor profundo por la música en lo espiritual. Sin embargo, los roces aparecieron unos cuantos años después de haber conocido al compositor, tras muchas visitas a su casa, regalos y algunas que otras idiosincrasias. Era una relación afable y completa, pero la profundidad de Nietzsche era legendaria, y con el tiempo el ex filólogo veinteañero empezó a pensar a niveles cada vez más superiores.

Richard Wagner en Bayreuth”, una de las “Consideraciones intempestivas” de Nietzsche, publicado en 1876, tiene al paladar una ferocidad creciente en la crítica a Wagner como alguien que sólo interpreta y explica el pasado en un entorno de música pervertida por una decadencia alemana. Aquí se ve claramente su cambio de postura para con el compositor: ya no es para él un sueño para un nuevo futuro, sino un irremediable decadente del pasado, aunque, eso sí, un seductor del oído germano.
Por otra parte, la enfermedad que Nietzsche tenía fue un acuciante principal para este porceso: mientras su cuerpo cada vez reaccionaba peor, le sobrevino una crisis personal profunda que le hizo empezar a replantearse todo en que se había fundamentado. Schopenhauer, ese gran pesimista, ya no era una opción. Y Wagner, un creciente antisemita y nacionalista que amaba a Schopenhauer y que escribía obras cada vez con tono más religioso. No, todo conducía a un punto que Nietzsche ya no podía soportar, tanto con su cuerpo como con su mente.
Nietzsche avanzaba cada vez más en la redacción de “Humano, demasiado humano”, que publica en 1878, y termina así su largo camino en contacto con la filosofía de Schopenhauer, rebasándole no sólo a él sino al cientifismo, encontrando un nuevo sentido a la vida, con una fundamentación dinámica de la naturaleza. Para Wagner, afinidad filosófica con Nietzsche había terminado. Y en esto se basaba en buena parte la relación que iniciaron. El toque final fueron los festivales de Bayreuth, para Nietzsche artificiales e insoportables, orgánica y psíquicamente.
Más tarde, y mucho después de la muerte del compositor, Nietzsche compuso en su último año de cordura “El caso Wagner: un caso para amantes de la música” y “Nietzsche contra Wagner”. El primero destila toda la visión personal de Nietzsche sobre Wagner, y, como decía el propio autor, si conocéis la música de forma profunda, el problema “Wagner” es algo que os afecta de verdad. Describe la caída de la música moderna desde Mozart y Beethoven hasta los días de la vida de Nietzsche, y hace alguna que otra profecía como “la muerte de la melodía” o “el insultar al público con estridencias” de una forma tan parecida a lo que es el rock puro actual que es realmente inquietante. En todo caso, es un libro altamente recomendable en el que desmigaja el ideal que quería ser Wagner para las generaciones idealistas alemanas del horizonte, los jóvenes del porvenir, en contraposición con la imagen nietzscheana del hombre decadente que extiende su enfermedad allá por donde pasa. Sin duda, ambos fueron dos personalidades explosivas que aún hoy dan, ambos y cada uno en su ámbito, muchísimo de qué hablar.

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