Ya conocéis todos el famoso mito de la caverna de Platón. Sin ser una platónica convencida, no dejo de admirar la hermosa metáfora del conocimiento y la realidad que supone este pasaje del maestro de Aristóteles. Siempre me sorprende, no la actitud del prisionero que consigue escapar y salir al exterior, sino la del resto de esclavos que, una vez son avisados del engaño en que viven, deciden seguir permaneciendo en su oscuridad, contemplando imágenes falsas, reducto de originales, los cuales ni siquiera tienen la intención de conocer. Y siempre me pregunto hasta qué punto estamos condenados, por ignorancia, por comodidad, o por miedo, a permanecer en el fondo oscuro de la caverna. Cuántos de nosotros serán capaces de salir y contarnos todo lo que aún desconocemos, recibiendo de nosotros siempre la misma respuesta evasiva. O lo que es peor, tachándolos de locos.
Creo en el que decide quedarse, pese a todo, en el interior. Pero se parece demasiado al que decía "no" en el poema primero de Cavafis. Me quedo con el viaje a Ítaca. Prefiero que nadie me espere al volver al hogar pero, al menos, saber la dimensión real de lo que llamo casa.
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